¿El azúcar es adictiva como las drogas? ¿Podemos generar tolerancia, abstinencia o incluso algún síndrome de adicción al azúcar? En los últimos años, la ciencia ha intentado dar respuesta a estas preguntas, en medio de una creciente preocupación por el consumo excesivo de azúcares añadidos. En este blog analizaremos qué dice la evidencia científica sobre la supuesta adicción al azúcar, sus efectos reales sobre el cerebro y el cuerpo, y cómo Mynu puede ayudarte a manejar tu relación con el azúcar de manera personalizada y sin extremos.
¿Qué entendemos por “adicción al azúcar”?
La adicción, se caracteriza por una pérdida de control sobre el consumo, búsqueda compulsiva de la sustancia, tolerancia (necesidad de más para obtener el mismo efecto) y síntomas de abstinencia al retirarla. Si bien muchas personas aseguran “no poder dejar el azúcar”, la ciencia aún debate si esta conducta realmente cumple los criterios para decirle adicción en humanos.
En animales, se ha observado que el acceso intermitente a azúcar puede inducir patrones similares a los de drogas adictivas, como liberación intensa de dopamina en el cerebro, cambios en receptores y comportamientos compulsivos (1). Sin embargo, esto se ha visto principalmente en contextos de restricción previa de alimentos, lo que complica asociaciones reales con una adicción.
¿Qué muestran los estudios en humanos?
Los estudios en humanos no han logrado demostrar que el azúcar cause adicción de la misma manera que que drogas como la cocaína o la nicotina. Se ha concluido que no existen pruebas convincentes de que el azúcar provoque una adicción fisiológica en humanos (2).
Lo que sí se ha descrito es que ciertos alimentos muy procesados (ricos en azúcar, grasa y sal) pueden generar un patrón de consumo compulsivo en algunas personas, especialmente en contextos de restricción alimentaria previa, estrés emocional o dietas demasiado estrictas (3).
¿Entonces el azúcar no es un problema?
Sí lo es, pero no necesariamente por ser “adictivo”. El principal problema del azúcar añadido es que está presente en muchísimos productos procesados y puede consumirse en exceso sin darnos cuenta, aumentando el riesgo de sobrepeso, Resistencia a la insulina, diabetes tipo 2, hígado graso y enfermedades cardiovasculares (4).
Además, el consumo muy seguido de azúcar puede enseñarle al cerebro, generando una especie de “preferencia aprendida” que nos lleva a buscar alimentos dulces para sentir placer o compensar emociones negativas (5). Esto no es una adicción como tal, pero sí puede ser una forma de regulación emocional con consecuencias.
¿Qué hay de la tolerancia y abstinencia?
Algunas personas refieren síntomas como irritabilidad, dolores de cabeza o fatiga al reducir o eliminar el azúcar, lo que ha sido interpretado por algunos como abstinencia. Sin embargo, estos síntomas suelen ser transitorios y no cumplen criterios de diagnóstico de abstinencia como con sustancias adictivas (6).
En cambio, puede tratarse de respuestas metabólicas (por ejemplo, hipoglucemia reactiva baja azúcar en la sangre en personas muy acostumbradas a comer azúcar frecuentemente) o adaptaciones psicológicas relacionadas con la ansiedad alimentaria.
¿Qué pasa con los antojos?
Los antojos por algo dulce pueden ser tanto por señales fisiológicas (como hipoglucemia, cambios hormonales o falta de sueño) como por factores emocionales (estrés, ansiedad, culpa, aburrimiento). Una alimentación desorganizada, con tiempos muy largos de ayuno, o una dieta baja en carbohidratos también puede aumentar los antojos de azúcar (7).
Por eso, más que eliminar el azúcar por completo, muchas veces lo más efectivo es tener una dieta equilibrada, con comidas regulares y suficiente fibra y proteínas para estabilizar la glucosa y reducir esa urgencia de comer cosas dulces.
¿Cómo saber si tienes una mala relación con el azúcar?
Puedes sospechar de una relación con problemas si:
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Comes dulces aunque no tengas hambre, solo por ansiedad o aburrimiento.
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Te cuesta parar una vez que empiezas (por ejemplo, comer toda la caja de galletas).
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Sientes culpa después de consumir alimentos azucarados.
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Has intentado reducir el consumo muchas veces sin éxito o con efecto rebote.
En estos casos, puede ser muy útil consultar con un profesional en nutrición o salud mental para trabajar en una estrategia personalizada que no se base en la culpa ni en la restricción extrema.
¿Eliminar completamente el azúcar es lo mejor?
No necesariamente. La Organización Mundial de la Salud recomienda reducir el consumo de azúcares libres a menos del 10% de la energía diaria, idealmente bajo el 5%, lo cual equivale más o menos unos 25 gramos diarios (unas 6 cucharaditas) (8). Esto no es eliminarlo del todo, sino moderar la ingesta y aprender a reconocerlo en las etiquetas.
Eliminar 100% el azúcar en personas que no tienen una indicación médica para hacerlo puede generar más ansiedad, atracones posteriores y una relación poco saludable con la comida.
Mynu: tu aliado para mejorar tu relación con el azúcar
En Mynu, sabemos que cada cuerpo responde distinto. A través del análisis genético, podemos identificar si tienes Predisposición a alteraciones en la glucosa, o el metabolismo de carbohidratos. Sumamos esto a tus hábitos y estilo de vida para ayudarte a diseñar una estrategia realista, sin juicios ni restricciones extremas. Podrás ir subiendo fotos de tus comidas y compararlo con tus requerimientos nutriciona
Conclusión
La idea de que el azúcar es adictiva como una droga aún no tiene un respaldo contundente en humanos. Sin embargo, sí puede generar conductas que son compulsivas o de difícil control en ciertas personas, especialmente cuando hay estrés, desequilibrio alimentario o una relación emocional con la comida. La clave no es satanizar el azúcar ni eliminarla por completo, sino conocer sus efectos, entender tu propio cuerpo y tomar decisiones informadas. Con ciencia, sin culpa y con apoyo real, como el que te ofrece Mynu.
Bibliografía
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Westwater, M.L., Fletcher, P.C. & Ziauddeen, H. Sugar addiction: the state of the science.Eur J Nutr 55 (Suppl 2), 55–69 (2016). https://doi.org/10.1007/s00394-016-1229-6
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Gearhardt, A. N., Corbin, W. R., & Brownell, K. D. (2009). Food addiction. Journal Of Addiction Medicine, 3(1), 1-7. https://doi.org/10.1097/adm.0b013e318193c993
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Morenga, L. T., Mallard, S., & Mann, J. (2012). Dietary sugars and body weight: systematic review and meta-analyses of randomised controlled trials and cohort studies. BMJ, 346(jan15 3), e7492. https://doi.org/10.1136/bmj.e7492
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Benton, D. (2009). The plausibility of sugar addiction and its role in obesity and eating disorders. Clinical Nutrition, 29(3), 288-303. https://doi.org/10.1016/j.clnu.2009.12.001
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Schulte, E. M., Avena, N. M., & Gearhardt, A. N. (2015). Which Foods May Be Addictive? The Roles of Processing, Fat Content, and Glycemic Load. PLoS ONE, 10(2), e0117959. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0117959
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Wells, J., Siervo, M. Obesity and energy balance: is the tail wagging the dog?. Eur J Clin Nutr 65, 1173–1189 (2011). https://doi.org/10.1038/ejcn.2011.132
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Guidelines Review Committee. (2015, 4 marzo). Guideline: sugars intake for adults and children. https://www.who.int/publications/i/item/9789241549028



